29 de marzo de 2016

#DailyLine (ADELANTO): Virgins - Relato.

Fuente/Source: Diana Gabaldon


Octubre 1740
Cerca de Burdeos, Francia

Ian Murray sabía, desde el momento en que vio la cara de su mejor amigo, que algo terrible había sucedido. El sólo hecho de ver a Jamie Fraser, ya era prueba de ello, no importaba su aspecto.

Jamie estaba de pie junto a la carreta, con los brazos llenos con los bártulos que le acababa de dar Armand, blanco como la leche y balanceándose hacia adelante y hacia atrás como un junco en el lago Awe. Ian le alcanzó en tres zancadas y lo tomó por el brazo antes de que pudiera caerse.

"Ian." Jamie parecía tan aliviado al verlo que Ian pensó que iba a romper a llorar. "Dios, Ian."

Ian tomó a Jamie en sus brazos y sintió que se ponía rígido y soltaba el aire en el mismo instante que tocó las vendas debajo de la camisa de Jamie.

"¡Jesús!" dijo sorprendido, luego tosió y dijo "Jesús, hombre, es bueno volver a verte." Le palmeó la espalda con cuidado y le soltó. "Necesitas comer algo, ¿verdad? Vamos, entonces."

Era evidente que ninguno de ellos podía hablar, le dirigió a Jamie una pequeña señal con la cabeza, le tomó la mitad de su equipo y le llevó al fuego para presentarle a los demás.

Jamie había elegido un buen momento para aparecer, pensó Ian. Todo el mundo estaba cansado, feliz de sentarse, esperando la cena y la ración diaria de cualquier cosa que se pudiera beber. Preparados para las posibilidades que ofrece un nuevo entretenimiento, pero sin la energía que implica cualquier esfuerzo físico de entretenimiento.

“Ese de ahí es Big Georges,” dijo Ian dejando el equipo de Jamie y señalando al otro lado del fuego. “A su lado, el tipo pequeño con verrugas es Juanito, no habla mucho francés y nada de inglés.”


“¿Alguno de ellos habla inglés?” Jamie también dejó el equipo y se sentó pesadamente en su saco y metiendo abajo su kilt, entre sus rodillas. Sus ojos recorrieron el círculo y asintió, con una media sonrisa de forma tímida.


“Yo.” El capitán se inclinó sobre el hombre de su lado, extendiendo una mano a Jamie. “Soy -le capitaine- Richard D´Eglise. Puedes llamarme capitán. Eres lo suficientemente grande para ser útil, ¿tu amigo dice que tu nombre es Fraser?”


“Jamie Fraser, sí.” Ian estaba complacido de que Jamie supiera cómo saludar al Capitán, mirándolo a los ojos, y que le hubiera devuelto el saludo con la suficiente fuerza.


“¿Te manejas con una espada?”


“Sí, y con un arco, sin duda.” Jamie miró el arco sin encordar que tenía a sus pies, y el hacha de mango corto que estaba al lado. “No he hecho mucho con un hacha antes, salvo cortar madera.”


“Está bien,” contestó otro hombre en francés. “Es para lo que la vas a usar.” Algunos de ellos rieron, indicando que al menos entendían inglés, con independencia de que lo hablaran o no.


“¿Entonces me he unido a una tropa de soldados o a unos carboneros?” preguntó Jamie alzando una ceja. Esto lo dijo en francés, en un francés muy bueno, con acento parisino, y un gran número de ojos le miraron con curiosidad. Ian inclinó la cabeza para ocultar una sonrisa a pesar de su ansiedad. El muchacho podría estar a punto de caer de bruces en el fuego, pero nadie excepto Ian, iba a saberlo, aunque le costara la vida.


Ian lo sabía y continuaba mirando con ojo atento a Jamie, poniendo pan en sus manos para que el resto no notara como ésta temblaba, sentándose lo suficiente cerca para poder cogerlo en caso de que pudiera caerse. La luz estaba volviéndose gris y las nubes bajas y suaves con el vientre rosa. Iba a llover, quizá por la mañana. Vio como Jamie cerraba los ojos un instante, vio su garganta moverse y tragar y sintió como el muslo de Jamie temblaba al lado del suyo.
¿Qué diablos había pasado? Pensó con angustia. ¿Por qué estás aquí?




Nota de traducción: Este relato no ha sido publicado en español. Es una de las 4 historias cortas que se encuentran en "A Trail of Fire".

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